martes, 25 de diciembre de 2007

Encuentro Fugaz

Salió del trabajo como de costumbre esa noche, caminó por Bustamante hacia plaza Italia, prendió un cigarrillo y puso un disco de Sabina en su pendrive, miró a las personas que pasaban a su lado, caminó por la calle sin pensar en nada solo analizando un poco lo que escuchaba y sintiendo el viento frió y húmedo que esa noche de invierno acompañaba su Santiago natal, recordó lo que tenia que hacer cuando llegara a casa, un pequeño departamento solitario a unas cuantas cuadras de aquí, que entre libros, tazas de café, cigarrillos y discos de jazz intenta olvidar su ultima separación, la ultima renuncia a ser un hombre de bien con una familia normal y bien constituida como le dijeron sus padres hace casi un año cuando dijo que no daba más que se declaraba vencido y que la mentira de casi cuatro años lo había terminado agotando.

El divorcio fue sencillo esta vez, ya había aprendido con el primero, las cosas estaban tan gastadas que solo basto con decirlo y repartir los recuerdos y las cuentas, ella se quedo con la casita en los suburbios, el auto, las fotografías y el grupo de amigos que visitaban con frecuencia, el se quedo con lo mejor según decía, con los libros, las películas, sus discos, la maquina de hacer café, con su amada soledad y la tranquilidad de sentirse libre de mentiras.

Pero esa noche sintió nostalgia por lo vivido, por el amor y las noches de pasión, recordó los sudores, los gritos y gemidos al llegar a casa, o los sudores de media noche que le hacían sentir algo mas que el tedio por una vida de sentir amor por el deber ser y no por que en verdad le naciera, esa noche que añora y necesita los sudores del amanecer, las humedades infinitas perdidas entre las piernas y las entrañas de una amante, los dedos entre sus labios y cabellos mientras mira con sus ojos extraviados la nada de un cielo blanco, sin pensar en nada solo sintiendo como si cada segundo de pasión fuera el ultimo de su vida, como si esos gemidos y esas caricias fueran los sonidos y las palabras que no encontraba en ningún otro lugar.


Siguió caminando por la calle envuelto en su recuerdo y el humo del cigarrillo que llevaba en su mano, miró a la chica de la esquina, que veía todas las noches al pasar por ahí, pero sin percatarla solo como alguien mas en esa calle, esa noche la mira con una oscura devoción por su trabajo, la mujer se acerco y le pidió un cigarrillo, él la mira y se lo pasa, lo prende y ríe, ella lo mira y le dice – hace frío esta noche – el la mira y dice – quieres que pasemos el frío – ella acepta y él también. Media hora después dos desconocidos ríen y lloran en medio de café y cigarrillos en un bar…mientras Santiago sigue entregándonos una noche más cargada de sueños e historias.

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