lunes, 15 de diciembre de 2008

Fe de Erratas

Ni el libro de kundera, ni el disco de sabina en el reproductor, salvaría a Nicolás de la liviana mirada que sentía de la chica en el carro, quien al bajarse en el metro lo Ovalle, con sutil coquetería le entregaría la tarjeta que decía “sonríe dios te ama”, sin un correo ni numero telefónico

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amigo poeta,

ojala este año lo hayas pasado, de pie y con buena compañia.

Ilargi Jaureguizuría dijo...

Gerard donde estas? No se nada de ti desde hace tiempo, escríbeme un correo plis y cuéntame, ya no entro por el "rinconcito" no sé si tu sigues poe allí.

Un abrazo amigo se te extraña... Ilargi (Lunyta)